libros que, llena de convicción, se enfada y abronca a los intrusos…Se
notaba que no le gustaba trabajar…”
Existen muchas obras publicadas en otros idiomas que tardan años, sino es que décadas, en ser traducidas al español y llegar a México. Obras entretenidas, de referencia, de culto, exitosas. Tal es el caso de “La perra de mi vida” (Malpaso Editores, 2015), obra autobiográfica del escritor francés Claude Duneton (1935-2012), que es publicada en español después de 24 años. Este libro fue publicado por primera vez en 1991, con diversas reediciones en francés y premiado dos veces en el mismo país. El éxito de dicha obra fue tal que le permitió a Duneton pagar los estudios de su hija en Inglaterra. Probablemente haya que esperar otras décadas para que el resto de su obra sea traducida al español —si algún día sucede.
Este éxito y el tema que versa el libro, la perra de su infancia, parecería que se trata de un relato sobre lugares comunes que explotarían la sensibilidad que hay entre la relación humanos y perros, de la vida en el campo y la niñez idílica. Algo de lo que podría uno ser presa fáci. Sin embargo, eso está bastante alejado de la realidad, como bien diría Trotsky en su autobiografía: “son pocos los que tienen una infancia feliz. Esta idealización de la niñez tiene su origen en la literatura de los privilegiados”. El libro habla de una época de la vida de Duneton complicada, ya que era el tiempo en que vivía con sus padres dedicados a labores agrícolas en un pequeño poblado rural francés, bajo la ocupación Nazi y el gobierno de Petaín. Un ambiente de pobreza, de trabajo duro, de relaciones familiares disfuncionales y a la vez de cierta inocencia. Una fase de su vida en el cual la familia decidió tener a Rita, una perra, para que ayudará con las labores del campo y de cuidado de la casa. Sólo que Rita tenía otra forma de vida, una libre y en búsqueda de satisfacer sus instintos básicos; como cualquier perro se procuraría.
Una perra que se volvió parte de la familia, pero que no nunca cumplió el objeto para el que fue adquirida, siendo catalogada como una “perra insoportable”, que para el momento histórico que vivían era un completo lujo. Rita no ayudaba con el trabajo del campo, no los protegía, huía de una gran oca y aun así se convirtió en un animal de compañía que menguaba sus escasos recursos. Duneton forjaría una relación de amistad con Rita, con quien se divertía, a veces a su costa, con quien vivía de mejor forma las duras condiciones impuestas por el ambiente de guerra y de sus malas relaciones familiares. Una perra que al mismo tiempo parece haber tenido un hogar con comida y diversión, pero cuya pobreza les impedía siguiera comprarle un collar, una casa o conservar a los perros que concebía después de ser preñada por los perros que deambulaban en la campiña francesa.
Esta situación y la misma Rita son parte central del relato de Duneton, quien escribe parte de la historia de su infancia con una prosa ligera y sencilla (sin duda éxito de su buena traducción al español), nostalgia, humor, cierta ironía y sensibilidad en medio de una situación de vida nada sencilla.
Un relato corto autobiográfico que puede leerse como homenaje a su infancia, al campo, a sus padres y por su puesto a Rita; a su vida misma. Aunque también permite adentrarse en la mente de Duneton, en su psicología más profunda, en cómo veía a su pasado, pues el mismo título es un juego de palabras, que no sólo hace referencia Rita, también a las duras condiciones de su infancia: “la perra de su vida”. En este sentido, resulta remarcable que por impulso de uno de sus profesores, haya convencido a su padre para que no trabajase en el campo y estudiase, convirtiéndose en un gran escrito, traductor, filólogo, actor (en películas como Tres colores: azul y La doble vida de Verónica) y colaborador del diario francés Le Figaro. Por lo que no se convertiría en el fracaso que su madre creía que sería y que se lo recordó durante este periodo de su infancia.
Del mismo modo este relato también nos puede permitir reflexionar en como los perros dentro de la sociedad humana son también sujetos de acciones sociales, es decir, forman parte de nuestra sociedad y son agentes activos de la misma. A pesar de ello, muchas veces negamos que posean derechos y los tratamos de forma cruel. Aunque bajo las duras condiciones y el pasado, no habría que condenar lo que llega a suceder en el relato de Claude. Simplemente en el pasado (y muchas veces en el presente) el antropocentrismo de la humanidad nos hace actuar así sobre estas criaturas que nos han acompañado a la humanidad, al parecer desde hace 36 mil años. Rita, escribe Antonio Soler en su prólogo, “es un pretexto para interrogarnos a nosotros mismos”. Algo que buena falta le hace a la humanidad, en estos tiempos que hay millones de perros viviendo entre la humanidad como animales de compañía.
Claude Duneton, La perra de mi vida, Malpaso Editores, Barcelona, 2015.