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El fetichismo de los políticos

La Zona Metropolitana del Valle
de México (ZMVM) vivió un episodio que derivó en una contingencia ambiental y
aplicar medidas extraordinarias: “hoy no circula” sin importar el holograma. Lo
inédito del asunto, en 14 años sin suceder, también llevó a anunciar una nueva
norma para endurecer las verificaciones vehiculares y el “hoy no circula”.
La medida apunta correctamente al
automóvil, pero está planteada en términos de “hacerlo más sustentable”, siendo
que sus causas son más profundas: falta de planeación del desarrollo urbano, de
su divorcio con la movilidad y la sustentabilidad.
Por un lado, la ciudad es un
fenómeno mayor al Distrito Federal (que por iniciativa de Mancera será ahora
“Ciudad de México”), y que en realidad abarca municipios del Estado de México e
Hidalgo. Algo que ha impedido tomar las medidas adecuadas en la escala
adecuada. La ciudad y su área de influencia, la ZMVM, está dividida por 3
entidades, 16 delegaciones y 60 municipios, con marcos jurídicos e
institucionales y políticas públicas diferentes, a veces contradictorias. En la
práctica no exista una planeación urbana efectiva, mucho menos de provisión de
servicios ni políticas ambientales para sus más de 20 millones de habitantes.
De 1980 a 2010 la ZMVM expandió
6.75% anual su superficie de forma desordenada y anárquica, mientras la
población sólo crecía al 1.9% anual. En el área conurbada sucedió el 98% del
crecimiento, fomentada en parte por la política de vivienda federal, mientras el
transporte público masivo se mantenía concentrado en el DF (tiene más del 80% de
los km de metro, metrobús, suburbano, mexibús, tren ligero y trolebús), entidad
que se despoblaba.
Dicha expansión generó bajas
densidades e hizo inviable financieramente proveer transporte público masivo y,
por ello, los gobiernos locales han dejado proliferar a los microbuses para
suplir sus faltas. El resultado es un fuerte incentivo al uso del auto; una respuesta
natural para recorrer grandes distancias sin verse sometidos al suplicio de un
mal servicio de transporte público. Mientras las opciones de caminar o usar la
bicicleta prácticamente se nulifican para los viajes entre las entidades.
Además las políticas de todos los
órdenes de gobierno han sido enormemente pro-uso del automóvil. Todos han
construido segundos pisos, pasos a desniveles, tienen generosas políticas para
provisión de estacionamiento, etc, que incentivan el uso del auto y generan mayor
expansión urbana, incluso sobre áreas verdes que reducen la contaminación. Aunque
el uso del auto solo solución para una minoría (30% de los viajes) dadas las
desigualdades económicas de la ZMVM. Por ejemplo, de 2004 a 2014 se gastaron 16
mil millones de pesos en obras viales para dar acceso a Santa Fe, varias sobre
parques y reservas naturales, cantidad dos veces superior al costo de las
primeras 5 líneas de metrobús. Al mismo tiempo, se desmantelan servicios de
transporte público amables con el ambiente, como el trolebús; la fragmentación
institucional hace que el metrobús pare su ruta en la frontera con el Estado de
México y viceversa pasa con el mexibús, cuando debieran actuar como un mismo
sistema; el subsidio del metro lo absorba sólo el DF, sometiéndolo a problemas
financieros que se reflejan en su servicio, y el espacio dedicado a
estacionamiento crece a mayor velocidad que el dedicado a vivienda.
No extraña así que el número de
autos crezca a un ritmo del 6% anual, y podrían haber 7.7 millones de autos en
la ZMVM a 2014. Tampoco debiera extrañar que se haya catalogado a la ciudad con
el peor tráfico del mundo y que tengamos grandes problemas de contaminación
ambiental (también por la falta de regulación del transporte de carga y motos).
A lo que hay que añadir los miles de muertos por accidentes viales, el ruido o
la gases de efecto invernadero que generan costos ambientales y sociales del
orden del 4.6% del PIB anual de la ZMVM.
Cambiar requiere de un enfoque muye
diferente. Una planeación en conjunto, entre los diferentes gobierno e incluyendo
a la sociedad. A invertir principalmente en el transporte público masivo, a
crear un sistema de transporte integrado en el cual desaparezcan de una vez por
todas el modelo de hombre-camión que son los microbuses. En aplicar políticas que
desincentiven el uso del auto y sirvan para financiar al mismo transporte
público, como puede ser crear una tenencia ecológica. Tener autos más limpios es
parte de la solución, pero no resolverá el problema, pues aún si todos fueran
eléctricos, el congestionamiento, los accidentes y los tiempos de traslado
persistirían.

Es tiempo de replantearnos la
ciudad hacia una que sea vivible para todos. Donde deje de construirse para una
minoría. Una ciudad no fragmentada, pues tanto los habitantes de Ecatepec como
los de Tlalpan, los 20 millones de habitantes de la metrópolis, tienen derecho
a un ambiente sano, derecho disfrutar de la ciudad cotidianamente, a no vivir
presas de un mal transporte público o del tráfico por la miopía,
irresponsabilidad, por el sectarismo de los políticos que nos gobiernan, a su
fetichismo hacía el auto.
Publicado originalmente en Tribuna de Milenio

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