“Las utopías filosóficas renacentisatas en las que se inspiran los utopistas literarios y políticos posteriores, como las distopías clásicas, fueron creadas en el tiempo de la expansión europea, cuando los descubrimientos geográficos eran a la vez impulsados tanto por el afana comercial e imperial como por los proyectos utópicos a alcanzar El Dorado, el país de Jauja, o el Jardín del Edén.” (Domingo, 2008, p. 68)
En tiempos en que pareciera haberse decretado la muerte de las utopías y, al mismo tiempo, abundan ideas nuevas sobre cómo deberían de ser las ciudades del futuro (ej. Ciudades inteligentes), se ha vuelto necesario reflexionar sobre el papel de éstas en la construcción y desarrollo de las mismas ciudades de México.
Un importante diálogo al respecto se llevó a cabo en el festival ¿Mañana la ciudad? Festival franco mexicano de utopías urbanas, organizado por la Embajada de Francia, el Instituto Francés de América Latina y la Agencia Francesa de Desarrollo. El 11 de marzo de 2017, dentro de las instalaciones del Colegio de México (COLMEX), se llevó a cabo la conferencia “La utopía urbana en México y en el tiempo “, dividida en dos partes. La primera, enfocada a la época de la conquista estuvo encabezada por el Alejandro Suárez Pareyón, arquitecto y académico de la UNAM enfocado en los problemas de vivienda, y el Dr. Bernardo García Martínez, investigador del COLMEX especializado en la historia de la colonia y autor de Hernán Cortés y la invención de la ‘Conquista de México (2016). La segunda parte, enfocada en el desarrollo urbano de mediados del siglo XX. Esta fue encabezada por Valeria Sánchez Michel, doctora en historia por el COLMEX y académica del CIDE, y el Dr. Rafael Olea Franco, del COLMEX. Ambas partes moderadas por Salvador Medina, coordinador de desarrollo urbano de ITDP, y Raphaël Meltz, agregado de cooperación cultural de la Embajada de Francia.
Mesa de discusión sobre la utopía en el nuevo mundo
Fuente: Colmex https://twitter.com/elcolmex/status/862765768357724160
PRIMERA PARTE: LA UTOPÍA EN EL “NUEVO MUNDO”
La idea de utopía, la acuña Tomás Moro, al hablar de una sociedad pacifica e ideal situada en una isla en el océano Atlántico que fue modificada artificialmente. Sociedad que era de tipo patriarcal, donde los líderes son seleccionados por el voto popular y la propiedad de los bienes es común; una crítica a la sociedad feudal de sus tiempos. Este imaginario fue plasmado en el Libro Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía, publicado en 1516, el cual fue muy conocido en Europa. Unos escasos años después, en 1521, los españoles llegaron a un continente desconocido para ellos y se encontraron con una ciudad en medio de una isla, con una sociedad totalmente diferentes: la gran Tenochtitlán.
Sin embargo, no reconocieron en ella ningún tipo de utopía. Por el contrario, destruyeron la ciudad y la misma isla. Los grandes templos, los canales e incluso desecaron el lago. Algo que pasó con el resto de las ciudades que encontraron en este continente desconocido para ellos.
Este proceso de conquista también significo transformar una sociedad pre-existente y establecer una nueva, una que se adecuara a las necesidades de control de los españoles y a una misión evangelizadora que abanderaban. Por ello implantaron una política de reducción, control y reubicación de las poblaciones indígenas, que requería la planeación y construcción de nuevos asentamientos, con lo cual surgió una oportunidad de instaurar utopías (urbanas) en estos nuevos espacios. Una situación que nos recuerda Alejandro Suarez Pareyón.
Es Vasco de Quiroga, religioso español, que a su arribo a México en 1531 que funda los pueblo-hospital, regidos por “reglas y ordenanzas” y una organización comunal; ambas influenciadas por la obra de Tomás Moro. Vasco de Quiroga hace esto como una respuesta alternativa ante lo que observa: los indígenas habían sido esclavizados y despojados de sus bienes. Por ello crea los pueblo-hospital, compuestos por familias de indígenas y con una organización tipo patriarcal, al ser gobernado por un cuerpo de padres de familia. Asentamientos en donde los frutos de la actividad económica, agricultura, se repartían equitativamente y la educación era obligatoria para todos sus habitantes.
El primero de ellos lo funda en la Ciudad de México en 1932: Santa Fe de los Altos. Posteriormente es nombrado obispo de Michoacán y funda el Pueblo-hospital de Santa Fe de la Laguna. Un asentamiento que además tuvo el propósito de pacificar la rebelión en Michoacán. Las ideas de Tomás Moro sobre la utopía implantadas en América para crear una nueva sociedad, aunque probablemente nunca tuvo conocimiento de éstos, pues murió en 1535.
En su intervención Bernardo García menciona que en los estudios se habla poco de las ciudades pequeñas o medianas y que fue justo en éstos en donde se desplego la política de reducción. Microciudades en donde operó un tipo de utopía distinta a la pensada por Vasco de Quiroga y sin influencia de Tomás Moro.
Estas microciudades operaban como sistema (urbano) que nació del crear distintos asentamientos, con cualidades únicas, para una reconstrucción de la sociedad pre-existente. Su creación no se puede reducir sólo a que fueron establecidos bajo formas totalitarias y de despojo de tierras durante la conquista. También la misma dinámica económica de la colonia creó atracción de la población indígena a los nuevos asentamientos para poder sostenerse. Al mismo tiempo que otros asentamientos perdieron sentido de existir, como los que tenían cierto valor estratégico para las distintas culturas prehispánicas. Una vez establecida la colonia española dejaron de ser sitios necesarios de mantener y simplemente fueron abandonados.
En suma, lo que se estableció en muchos de estas microciudades fue una organización espacial y social que giraban en torno al establecimiento de una iglesia. Una utopía eclesiástica que se expandió por gran parte del territorio conquistado.
Mientras en el norte de México, se instaló un proceso de asentamientos diferentes. Uno basado en las Misiones, algo similar a los pequeños pueblos, pero con un sentido de conquista en territorios agrestes.
El Dr. García nos recuerda que no toda utopía tendría porqué ser altruista, se trata de una idea de ciudad y sociedad ideal, un ideal que puede ser creado a favor de un grupo, no de la totalidad como podría haber propuesto Tomás Moro. En ese sentido, durante la colonia pareciera que una utopía eclesiástica se instaló exitosamente, lo que para otros fue sin duda una distopía y la desaparición de su forma de vida.
SEGUNDA PARTE: LA UTOPÍA A MEDIADOS DEL SIGLO XX EN MÉXICO
Un segundo periodo importante de tratar de llevar a cabo utopías en México se vivió a mediados del siglo XX, cuando el país gozaba de un auge económico. Se encontraba en medio de los 30 años dorados (1940-1970) y el gobierno emprendía grandes proyectos de infraestructura y urbanos para demostrar que el país pronto sería una potencia. Que el futuro era promisorio y brillante.
Justo en el periodo de Miguel Alemán (1946-1952) se recupera la idea de construir una Ciudad Universitaria, un espacio dedicado a la educación con los más altos estándares de calidad para la Universidad Nacional Autónoma de México. Ya desde 1929 se había planteado la construcción de este espacio, pero distintas dificultades económicas lo impidieron. Su construcción va de 1943 a 1958, en un espacio de 730 hectáreas y aun costo similar al sistema Lerma, dedicado a traer agua para la Ciudad de México. De ese tamaño era la envergadura de este proyecto para el gobierno federal mexicano.
En muchos sentidos es un gran proyecto con características utópicas, como lo menciona Valeria Sánchez en su plática. La idea central era construir un espacio no sólo dedicado a la educación, también a la investigación científica más avanzada de su tiempo. Un lugar rodeado de áreas verdes, planeado, diseñado por los mejores arquitectos del país, repleto de murales, con referencia al pasado prehispánico, a la revolución nacional, a la educación y al futuro progreso del país. Espacios destinados a fortalecer el ideario nacional y a crear un ciudadano distinto.
Claramente el proyecto estuvo rodeado de publicidad oficial con la imagen del entonces presidente Miguel Alemán que llegó a exhibirse en el extranjero. Se anunciaba como el proyecto que brindaría a México el desarrollo científico necesario para convertirse en una potencia. Esto no sólo fue la publicidad, también se contó desde inicio con uno de los primeros aceleradores de partículas del mundo para la investigación. La nueva tecnología nuclear al servicio de la construcción de una nueva nación.
Aún más, el proyecto de Ciudad Universitaria estuvo acompañado de una urbanización del sur de la ciudad. Planeado, como la zona residencial del Pedregal de San Ángel, el conjunto habitacional presidente Miguel Alemán, parteaguas del desarrollo de vivienda social en México; y no planeado como Santo Domingo. Un proyecto que configuró el sur de la capital.
Si bien el periodo de Miguel Alemán el crecimiento económico era fuerte y las obras abundantes, era claro que las promesas que se hacían no se cumplirían. Esa idea de que México sea una potencia mundial, que también parece utópica, se quedó sólo en un proyecto incumplido. Rafael Olea menciona que la obra de José Emilio Pacheco es inclemente con el régimen de Miguel Alemán. Las batallas en el desierto (1981), historia que transcurre en 1948 en la colonia Roma, tiene muchos pasajes críticos a la idea de que una ciudad y un país nos esperaban. Es justo en el terreno de la ficción, que Pacheco desenmascara un discurso, que muchas veces suena utópico, que muchas veces hemos oído en este país, y que pareciera que estamos condenados a repetir una y otra vez.
COROLARIO ¿OTRA UTOPÍA?
A raíz de las ponencias surgen diferentes discusiones, se enfocan en un primer momento en tener más referencias históricas de la época colonial. Una afirmación de una asistente destaca: estos temas deberían de ser enseñados en las escuelas. No viene de uno de los invitados extranjeros, viene de una mexicana sorprendida por lo tratado. Los intentos por instalar utopías urbanas en México sucedieron al menos desde la llegada de los españoles. No es una idea surgida de la revolución industrial o la modernidad como pareciera muchas veces.
El proyecto de Ciudad Universitaria desata más discusiones. De si fue o no pensada como una ciudad, de sí es posible plantear un nuevo proyecto similar, que generé tal entusiasmo y transformé la ciudad positivamente. Valeria Sánchez sostiene que sí fue pensada como una ciudad, con todo y un complejo habitacional que se dejó de lado, no sólo se trata de un campus escolar cerrado como los que hoy abundan. La gran diferencia es el proyecto político que abanderó y que atrajo muchos profesionistas y artistas a impulsarlo convirtiéndolo en un icono nacional; uno que se volvió referencia y que se trata de replicar continuamente en el país (sin fortuna).
Aún más, señala que para todo proyecto de tal magnitud se requiere un espacio y uno de estos surgirá pronto en la Ciudad de México. El actual aeropuerto internacional será desocupado para trasladarse a uno nuevo. 709 hectáreas libres, una isla, en medio de la ciudad que podrían generar una nueva Ciudad Universitaria. Educación, arte, ciencia, deportes, planeación, vivienda, arquitectura, áreas verdes, agua, todo un proyecto público — si bien no eclesiástico ni patriarcal como lo plantearía Tomás Moro y Vasco de Quiroga. ¿Por qué no hacerlo? ¿Otra utopía para la Ciudad de México?
Gobierno de la Ciudad de México.
Referencias:
Domingo Andreu. (2008). Descenso literario a los infiernos demográficos. Barcelona: Anagrama.
Este texto e publicó originalmente en La Brújula de Nexos.