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Presentación de la Revista de la Universidad Nacional de México. No 905: Desigualdad

Agradezco mucho la invitación a presentar el número de febrero de 2024 de la Revista de la Universidad Nacional, que cuenta con un diseño agradable, que toca temas contemporáneos, y que así puede llegar públicos más amplios, fuera de la comunidad de la UNAM y académica. El mensaje también esta en la forma y lo hace muy bien la revista en este aspecto.

Es claro que sin fondo, la forma es insuficiente, y el presente número de la revista no defrauda en este sentido. Nos presenta un dossier sobre el tema de la desigualdad en México con 16 textos y una caricatura, que permiten tanto difundir información, como comparar distintas posiciones teóricas y políticas.

Me parece necesaria su lectura y difusión, ante los lugares comunes y mal entendidos sobre la desigualdad económica en México (y en el mundo) que impiden crear un entendimiento mínimo común sobre ésta misma problemática y cómo resolverla. Posiciones como las basadas en que la desigualdad es natural o que es imposible cambiarla (una posición cínica) dada la gran concentración de la riqueza y con ello de poder, son común de encontrarse en el día a día de la vida contemporánea. Incluso, la idea de que el crecimiento económico capitalista de libre mercado crea riqueza para toda vía “derrame económico” (trickle down effect) de los sectores más ricos a los más pobres, es persistente aún. Así estos textos se confrontan a estas ideas y por consiguiente el orden ideológico neoliberal.

Dentro de los textos de este número, tenemos en primer lugar los que lidian directamente con la desigualdad económica. En ellos podemos leer cómo en México una pequeña cantidad de población, el 1%, acumula gran parte de la riqueza, el 47%. Prácticamente la mitad. Esta situación genera, por un lado, que el resto de la población sufra problemas materiales serios en su vida diaria y, por otro lado, concentración de poder económico que se traduce en poder político sobre el resto de la población. Un poder que dista de ser democrático y se encuentra lejos de la rendición de cuentas de las decisiones que toma y afectan a la mayoría.

Ahora, hablemos sobre algunos textos y autores del dossier[1] para mostrar la misma riqueza del dossier.

De acuerdo con Alejandra Hass, en México “se vive una desigualdad por diseño” (p.10), esto se debe al diseño institucional, al diseño impositivo y de gasto del Estado. Por su parte Carlos Brown y Máximo Jaramillo señalan que es debido a la irresponsabilidad de los millonarios. Cito:

“Las élites económicas en México deben hacerse corresponsables de nuestra vida en sociedad. Si aportan una proporción justa mediante el pago de impuestos, podrían financiarse nuestra salida de distintas crisis como la climática o la de cuidados” (p. 22).

La solución entonces, para estos autores, está en que el Estado tome una acción para corregir esta situación. Con “conciencia” de las grandes fortunas y corporaciones que les conviene a ellos. Gabriel Zucman, en la misma línea, propone un combate a la evasión para reducir la desigualdad económica en México, como establecer un impuesto mínimo a las ganancias de las multinacionales del 20% a las multinacionales y un impuesto mínimo del 2% a los multimillonarios. Con lo que se podría obtener 3.5 mil millones de dólares anuales para el presupuesto público.

Diego Castañeda, por su parte sitúa el origen de la desigualdad en términos históricos, es decir, es parte de la formación México como país. Nos recuerda que las oligarquías del pasado perduran gracias a través de las instituciones y de arreglos políticos. La desigualdad es un asunto de economía política – algo que debe de resaltarse y discutirse a profundidad. La interrelación entre economía (sociedad civil) y Estado, no son entidades separadas y es un error común asumirlo – como señalaba Antonio Gramsci[2].

Estos textos vienen acompañados de estudios de caso, como el de Eva O. Arceo, habla sobre los estudios de Claudia Goldin sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres, debido al “castigo social” del matrimonio y la maternidad. Una vez que una mujer contrae matrimonio y tiene un hijo, el pago salarial en el mercado disminuye en el tiempo, mientras el del hombre aumenta. Arceo señala que se ha encontrado evidencia estadística de sesgos y estereotipos de genero que discriminan a las mujeres por su apariencia (complexión y tono de piel) y estado civil en México.

Laura Flamand, nos habla de la desigualdad en provisión de servicios médicos, de la precariedad de los trabajos en el sector salud y de la gran desigualdad que prevalece, la cual castiga más a las mujeres en el sector privado. Ana Laura Magaloni señala los problemas de la desigualdad en el sistema de justicia de México: el acceso a la justicia depende del poder adquisitivo y la eficacia de las instituciones del presupuesto de gobiernos locales, que suele ser escaso (y varia ampliamente a lo largo del país). Pablo Montaño, trata de describir la desigualdad por impactos ambientales en México a través de dos postales (aunque a mi gusto es un texto que queda a deber mucho). Mientras Jesús Campos, aboga por el impulso a las empresas “sociales” para reducir la desigualdad.

Varios de estos textos recuperan investigaciones de varios años de sus autores. Su valor social es muy alto y debe de ser apreciado por eso. La posición política por la que abogan es la intervención del Estado en la economía para paliar las desigualdades económicas. Vertientes teóricas ligadas a la heterodoxia económica y a la corriente política de la social democracia. Hay cierta visión top-down de la política pública y del Estado, es decir, que tanto el poder económico, como el Estatal deben de actuar ante la evidencia de la injusticia (ante el discurso universitario diría Lacan).

Sin embargo, es difícil pensar que esto pueda suceder de esta forma (como Brown y Jaramillo sugieren). Los ricos no tienen motivo alguno para hacerlo. Un texto para destacar esta situación es la magnífica investigación etnográfica de Alice Krozer. En ella nos muestra como los ricos auto justifican la acumulación de riqueza, aun sabiendo lo socialmente injusto que puede ser. Por ejemplo, cita a un joven que se encuentra en el 1% más rico de la población:

“Vengo de familia con dinero. O sea, nunca he pasado hambre. Si somos ciento veinte millones de mexicanos y, al parecer, sesenta millones -según las cifras del gobierno- están casi en la línea de la pobreza marginal y los otro sesenta son de clase media, siento que estoy en el decil siete u ocho. ¡Sacaste la lotería! ¿Por qué? Me encantaría saberlo, pero no lo sé.” (p. 15)

Aún más allá, como apunta Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia, para proteger el interés universal de los ciudadanos, difícilmente el Estado podrá actuar solo por un mandato moral, lo hará sólo en función de las luchas sociales y movilización popular[3].

 Dos textos demuestran que sólo la organización de los afectados por la desigualdad puede generar el cambio. Emilia Flores escribe sobre las cooperativas de artesanas masehuales que han logrado generar un grupo de acción política, que le permite mejorar su posición social y económica. Cobrar conciencia de clase, ella menciona:

“Pronto, nuestra colectiva se volvió de mujeres y para mujeres. A partir de este momento, comenzamos a nombrar, entender y descubrir las raíces de la desigualdad de género” (P. 85).

Mientras que Elizabet Calvillo entrevista a Julia Quiñonez, coordinadora general del Comité Fronterizo de Obreras (CFO), que se ha encargado de organizar trabajadoras mexicanas de maquiladoras en el norte de México. En la entrevista con la camarada Julia Quiñonez habla sobre como la lucha obrera ha logrado generar mejores condiciones laborales para quienes se organizan.

Es muy interesante señalar que las y los trabajadores tienen una reticencia a formar sindicatos, por buenas razones históricas al haber sido fundados de manera corporativa en el priismo para controlarlos. Por ello, Julia Quiñonez, habla de “organizaciones de base” obreras, una forma de organización, organización al fin y al cabo sin necesidad de ser validados como sindicato por alguien. Cabe señalar la importancia de los sindicatos, evidencia estadística para EUA muestra como a mayor número de sindicatos, se reduce la desigualdad económica[4] (e históricamente el aumento de la desigualdad en EUA está relacionado con la caída de sindicatos y el poder de negociación laboral). En suma, la organización laboral es la clave.

Aquí, es interesante hacer una lectura del texto de Cloro, de María Fernanda Ampuero. México no sólo es desigual, sino entre los países del mundo con economías de tamaño similar es mucho más desigual (como señala Brown y Jaramillo), sino que el modelo económico depende de ello. Esto no es señalado en los textos, pero María Fernanda lo retrata a través de una turista extranjera (blanca) que viene a México de vacaciones (baratas) y disfruta del racismo para sí misma. Es el retrato de un modelo económico turístico basado en bajos salarios, que genera poca derrama económica y desarrollo, pues para su funcionamiento requiere de la desigualdad de ingresos internacional y de los bajos salarios y racismo.

Como último texto de contraste, esta el fragmento de la primera novela de Rosario Castellanos, Balún Canán. Una estampa de la desigualdad internacional y la explotación laboral, César es un terrateniente sabe que es rico en México, pero no en París, que goza de explotar a los indígenas y aprovecharse de las mujeres, de la explotación de los pueblos de Chiapas bajo sus fincas. No se menciona, en este fragmento, pero la novela de Rosario Castellanos este situado en el contexto post revolucionario de la reforma agraria. En la novela los indígenas exigen a César que cumpla lo estipulado en la reforma agraria, no más largas jornadas impagadas y educación laica y gratuita. Debido a abusos de Ernesto, hijo de César, los indígenas destruyen la finca. César, aun sabiendo la desigualdad, no hace nada por reducirla, no es el mandato gubernamental por lo que lo hace. Es el movimiento indígena quién se lo exige. Aquí vale la pena recordar, que la reforma agraria fue fruto de la revolución mexicana (y la lucha zapatista).  Un movimiento social enorme que buscaba eliminar las injusticias del porfiriato. Y la novela coincide justo en la zona donde el movimiento zapatista surge y abanderaría la lucha de los pueblos indígenas desde 1994. Esto nos recuerda que la lucha social por la igualdad continua y, vale la pena decirlo, por un futuro comunitario (un espíritu organizativo que Bruno Boostels sostiene que persiste en México a lo largo del tiempo[5]). Tal como la visión que tiene Emilia Flores, que lo plasma en su texto, un futuro comunitario sin discriminación ni sexismo, un “mundo del que todes somos parte” (p.86).

Vale la pena entonces decir que hay cierta compensación política entre los textos: lo que unos carecen, otros lo llenan a través de la praxis y la simbolización que sólo el arte logra.

De igual forma, algo que destaca ampliamente de la mayor parte de los textos, y es parte de su posición política, como lo mencionaba anteriormente, es que podemos situarlos dentro de la tradición social-demócrata, es decir busca la democracia, equidad e igualdad dentro del sistema capitalista. Una evidencia enorme de ello es qué la gran mayoría no hacen referencia al gran elefante blanco en la habitación: el capitalismo. Evitan a toda costa su mención o descalificación (sólo un texto lo hace) y varios le asignan la responsabilidad al Estado; probablemente evitar mencionar al capitalismo permite evadir las contradicciones que le son inherentes y asignar así responsabilidades.

Otras tradiciones de izquierda no hubieran dudado en mencionar que es en realidad el sistema capitalista el que produce la desigualdad de manera sistemática, que se entremezcla con el racismo y el patriarcado. Aquí estos textos de alguna manera u otra proponen que es posible reformar el sistema capitalista … a lo que yo preguntaría ¿es realmente posible? Soy un tanto pesimista en ello, no por ello se debe dejar de actuar. Cualquier acción que permita avanzar en la emancipación del ser humano es bienvenida, sea menores horarios labores, mayores salarios o mayor equidad tributaria que se refleje en mayor gasto social. Del mismo modo que tienen un valor pedagógico para mostrar las contradicciones del capitalismo, como los problemas como la desigualdad, y una función para la creación de cooperación social, que es fundamental (algo que Marx apuntaba[6]).

Así, no se nos debe de olvidar que la desigualdad es un proceso del funcionamiento del capitalismo, no una decisión de diseño. Por lo que cualquier cambio social, sea reformista o revolucionario, no puede ser realizado desde un enfoque puramente top-down (de arriba hacia abajo), debe de tener respaldo social y político, el cual solo se construye con organización política, como varios textos apuntan a ello.

Finalmente, esta es una lectura personal que he realizado con algunos autores del dossier, e invito a que lean estos textos, dialoguen críticamente con ellos. Mis felicitaciones a las y los autores, y editores de la revista.

Ciudad de México, 2 de marzo de 2024

[1] Dejo de lado el texto de In Kolie Jean Bonafone y la caricatura de Salvador Jacobo. Son trabajos que no dialogan muy bien con el resto.

[2] Véase Gramsci en su nota “Algunos aspectos teóricos y prácticos del «economicismo». Gramsci, Antonio. (1970). Antología. Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán. México: Siglo XXI Editores.

[3] Álvaro García Linera. (2023). Politics, State, Communism. Mimesis International.

[4] Como ejemplo de ello, véase: Bivens, et al. (2019). How today’s unions help working people. Giving workers the power to improve their jobs and unrig the economy.   Economic Policy Institute. Consultado el 29 de febrero de 2024, en: epi.org/133275

[5] Véase: Bosteels, Bruno. (2021). La comuna mexicana. México: Akal.

[6] Véase: Milanovic, Branco (2022). “Marx on Income Inequality Under Capitalism”. Global Policy Journal. Consultado el 1 de marzo de 2024, de: https://www.globalpolicyjournal.com/blog/14/02/2022/marx-income-inequality-under-capitalism

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