Tal vez la más curiosa de todas las plantas japonesas de incineración de es la de Maishima, en Osaka, por su diseño. Este fue hecho por el artista Friedensreich Hundertwasser a petición del gobierno de Osaka. La razón de esto es que los ciudadanos de se oponían a la construcción de una planta de incineración por las supuestas externalidades negativas que genera (malos olores y contaminación). Externalidades que no genera, debido a la tecnología usada. Para convencer al público el gobierno contrato al artista para el diseño con el fin de que creara una externalidad positiva, es decir, un diseño atractivo para los ciudadanos y que disfrutaran de él y así se accediera a la construcción de la planta.
Hundertwasser fue elegido porque en Viena había hecho una remodelación de una planta de incineración. Cabe aclara que los diseños de Hundertwasserse inspiran en las líneas de la naturaleza y ciertas cosas que recuerdan a los dibujos de un niño, lo que genera un efecto divertido. El resultado es bastante sorprendente en vivo, sobre todo tomando en cuenta lo gris de la ciudad de Osaka.
Como último tema me queda la impresión de que en Japón no se ataca la fuente de los problemas ambientales, es decir, el estilo de vida consumista, por el contrario, desean mantener ese nivel de vida (alto consumo y alta generación de desechos), pero con responsabilidad ambiental. Situación que me parece insostenible a largo plazo, pues no existen los recursos en el planeta para ello.