Los centros comerciales tienen un aura de ser un lugar aséptico, en el cual las fricciones del espacio público desaparecen, no sin justificación alguna. A estos espacios privados no se permite la entrada de indigentes, de vendedores ambulantes e incluso se acosa al diferente que no compre en los mismos (al indígena, al pobre, etc.). Son espacios hiper vigilados en donde no suele haber delincuencia y en especial no hay protestas sociales de ningún tipo. El conflicto social esta erradicado al igual que la espontaneidad de la vida pública en estos espacios privados que se disfrazan de espacios públicos.
Además, en el caso de la mayor parte de los empleados de tiendas, de los trabajadores de mantenimiento, entre otros, tienen contratos laborales que generan empleos mal pagados, inseguros, sin prestaciones sociales como vacaciones, aguinaldos o seguros médicos. Son trabajos altamente precarizados, en los cuales suelen trabajar las generaciones más jóvenes, a quien se les suele referir como “millenials” y que se les suele acusar de ser no consumir lo suficiente para acelerar el motor de la economía. Con empleos tan precarios no podría ser de otra forma.
Bajo dicha situación parecería imposible que los empleados de alguna tienda dentro de un centro comercial pudieran organizarse para realizar algún tipo de protesta, de demandar mejores condiciones laborales en público. La situación más común consistiría en ser despedidos inmediatamente, sin liquidación alguna o una muy pequeña y seguramente expulsados por los encargados de seguridad del lugar al invadir la propiedad privada del centro comercial, pues como se mencionó no es espacio público en donde sus derechos de protesta podrían ser más fácilmente protegidos.
A pesar de que parecieran lugares perfectos para el control de los empleados, es decir, para que no protesten por mejores condiciones, existen grietas que pueden permitir demandar mejores condiciones laborales, los cuales requieren de organización para lograr aprovecharlos.
Un ejemplo reciente de lucha por los derechos laborales dentro de un centro comercial son 429 empleados de la multinacional sueca H&M en Chile, quienes han formado un sindicato (Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores H&M Chile-Latinoamérica) para demandar mejores contratos y condiciones laborales, como mayor salario, vacaciones pagadas y que no se descuente el día de trabajo en caso de ausencia por enfermedad. Sus demandas los llevaron a generar protestas dentro de la misma tienda y dentro del centro comercial más importante de Santiago y de Chile: el Mall Costanera Center.
Ahí han recurrido a un paro activo y boicot de la tienda dedicada a la venta de ropa “de moda”. Este ha consistido en continuar laborando de acuerdo con su contrato, al mismo tiempo que colocan carteles de protestas, reparten volantes, llaman a no comprar y acompañan el boicot con tambores y trompetas, de tal forma que se genere una presión a H&M.
Dado que estas protestas las hacen dentro de su espacio laboral, al tener un contrato con H&M, no pueden ser expulsados del centro comercial. Los empleados se colocan en el borde de la tienda y el centro comercial, y toda la actividad la dirigen hacia el interior de la misma. Esto lo combinan como caminatas en grupo dentro del centro comercial, repartiendo volantes y tocando música. Así como coordinado apoyo de protestas con otros sindicatos de H&M en el mundo (como Italia y Suecia).
A pesar de todas las tácticas clásicas para acabar con la protesta, como la contratación de personal de emergencia o la denuncia ante la policía, esta resultó en todo un éxito, después de 32 días de duración (30 de mayo-30 de junio 2017). El Sindicato y multinacional H&M negociaron al final mejores salarios y prestaciones, para dignificar el trabajo de sus empleados
La estrategia seguida por Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores H&M Chile-Latinoamérica demuestra que es posible realizar acciones de protesta dentro de centros comerciales para demandar mejores condiciones laborales. Así como también muestra la importancia de que los empleados se organicen en sindicatos y busquen contar con contratos para proteger sus derechos. En otras palabras, la importancia de la organización y del uso de las instituciones (el contrato) para lograr sus demandas.
Si bien los centros comerciales parecieran un lugar perfectamente subsumido por el capital y su poder, lo cierto es que no son perfectos, ni lo serán y, por ello, tienen resquicios que se deben de aprovechar para luchar contra la precarización del trabajo.
No obstante, las luchas deben de llevarse más allá de estos espacios, en tanto que en algunos contextos difícilmente se podría protestar dentro de un centro comercial, así como la precarización laboral se da en tan diferentes sectores que difícilmente se lograra parar a menos que se genere un movimiento organizado a gran escala y expansivo contra quienes lo impulsan. Es decir, ¡precarizados del mundo, uníos!
Originalmente publicado en Horizontal.mx