En un libro reciente aún no traducido al español, “Evicted: Poverty and Profit in the American City” (Broadway Books, 2016), Matthew Desmond realiza un estudio estremecedor de los desalojos en Minneapolis, Minnesota, EUA. Una ciudad con segregación racial y de ingresos, con precarización de salarios debido a la desindustrialización de la ciudad, con precios de renta crecientes, con pocas políticas de seguridad social y diversos problemas asociados a los segmentos pobres como adicciones, delincuencia, entre otros.
Este estudio es remarcable por su aproximación etnográfica. Desmond se fue a vivir a un “trailer park” (casas móviles) en de mayo de 2008 porqué se rumoraba que habría un desalojo masivo, que no sucedió y se quedó hasta junio de 2009. Razón por la cual cuenta las históricas desde un ángulo íntimo. Capítulos cortos, escritura ligera, en primera persona, con muchas entrevistas, gran descripción de los eventos y distintos tipos de información contextual a lo largo de la historia (estadísticas, leyes, opiniones, etc.). Esta forma de escritura, al estilo de novela, tiene el objetivo político de hacer evidente como los desalojos están generando pobreza y mostrar todo el drama humano de quienes lo sufren, de tal forma, que se evita verlo solo como un problema académico.
Desmond muestra que la renta de vivienda suele abarcar porcentajes muy altos de los ingresos de las personas pobres, 1 de cada 4 familias gasta hasta el 70% de sus ingresos mensuales, por lo cual ante cualquier eventualidad o mala decisión financiera terminan retrasándose con el pago y, por lo tanto, desalojados sin miramientos (aun mujeres solteras, con hijos y en medio del invierno). Los escasos ingresos los dejan ante difíciles decisiones: algunos dejaran de pagar la luz para no ser desalojados, por lo que sus alimentos se pudren; o bien, pagan la calefacción para evitar pasar terribles inviernos y terminaran desalojados. Viven así en una inestabilidad continua y sin certidumbre de poder tener un hogar por largo plazo. A pesar de que 3 de cada 4 familias califican para recibir ayuda social y evitar dicha situación, no sucede debido a lo minúsculo de los programas gubernamentales para tal fin.
La renta de vivienda para la población de bajos ingresos no es una solución a los problemas de vivienda, sino una forma elaborada de explotación. Existe toda una industria de rentistas que se enfoca en los sectores más pobres y del cual obtiene ganancias millonarias, gracias a que los arreglos legales e institucionales así lo permiten. Por ejemplo, el dueño un “trailer park” (parque de casas rodantes) generaba ingresos que lo colocaban en el 1% de la distribución del ingreso en EUA y los rentistas se encontraban en el último 10%. Los rentistas ganan hasta 30 veces más lo de sus inquilinos. Y si bien en algunos casos se puede llegar a arreglos informales para evitar el desalojo, como haciendo trabajos de reparación dentro del “trailer park” por pagos debajo del mercado, la norma es que ante la falta de pago sean desalojados.
Esto se debe a que también son un negocio financiero. Los rentistas adquieren casas desahuciadas con créditos hipotecarios, las cuales inmediatamente rentan. Si un inquilino no paga, ellos registran pérdidas que deben de cubrir de su capital, por lo cual recurren a los desalojos y, posteriormente, rentan la vivienda lo más pronto posible. No sólo eso, muchas veces negocian reducir un poco la renta a cambio de no repara o dar mantenimiento a la vivienda. Una forma de reducir costos y maximizar ganancias.
Los rentistas actúan la mayor parte de las veces guiados por la lógica de negocios, sin impórtales mucho el sufrimiento generado o el enorme impacto negativo de largo plazo sobre el bienestar de las personas. Los desalojados terminan muy afectados psicológicamente, llevando a depresión y suicidios. También acaban marcados de por vida en los registros oficiales, por lo que les será cada vez más difícil poder rentar una vivienda en una zona segura y bien localizada, dado los requisitos de no tener antecedentes de desalojos o los recursos necesarios para pagar la renta. Por ello, tendrá que desplazarse a zonas en donde gastarán más en transporte, con condiciones sociales cada vez peores, con crímenes, drogadicción, etcétera; y con la ruptura de sus comunidades de apoyo. Los desalojados no tendrán el tiempo suficiente o recursos para buscar mejores empleos, para capacitarse, para buscar nuevos hogares. Los niños que cambiarán continuamente de escuela y les afectará en lograr una buena educación. Esto los llevará a trampas de la pobreza de los cuales difícilmente saldrán por ellos mismos. Los desalojos no son por la pobreza, son una de las causas mismas de la pobreza en EUA.
Desmond describe toda una economía política de la renta, una que no duda en llamarla explotación de los más pobres y, por ello, cual hace un llamado al derecho a la vivienda, a programas de abogados públicos para defender a quienes van a ser desalojados y a un programa universal de vales para la renta de vivienda. Sin duda una propuesta radical, pero que puede tener sentido: si el marcado es incapaz de proveer vivienda y el gobierno no puede construir la cantidad necesaria rápidamente, la idea de un programa universal de renta subsidiada puede ser un paso para asegurar el derecho a la vivienda y evitar las trampas de la pobreza.
Cabe señalar que este caso no es exclusivo de Minneapolis, los desalojos se han multiplicado por todo EUA. Eviction Lab, una iniciativa surgida a partir de este libro, ha conjuntado datos de 83 millones de casos en EUA desde el año 2000 y los resultados sugieren que el problema no es en las zonas más ricas, sino el sur este de EUA donde hay altas tasas de pobreza y salarios mínimos bajos −y que más afectan a la población de color (Véase Ilustración 1 y mapa interactivo de Eviction Lab). De los casos analizados en 2016, uno de cada 50 juicios terminó en desalojo legal, llegando a extremos como en Richmond en donde uno de cada nueve casos termina en desalojo (Esta nota reciente del New York Times da un panorama completo de esta situación).
como proporción del total de las viviendas en renta.
Fuente: Eviction Lab.
En este sentido, éste pareciera ser un ejemplo de lo que se configura como un nuevo fenómeno en la economía mundial actual, el regreso de una acumulación de capital primigenia: la acumulación por desposesión. Tal como lo señalara David Harvey (El nuevo imperialismo, Akal, 2004) y que es un fenómeno que no se limita a la renta de vivienda, pues hay ejemplos que involucran recursos naturales o tierras agrícolas, como Saskia Saasen señala en su libro Expulsiones: Brutalidad y complejidad en la economía global (Kats, 2014).
En México no existe un problema similar al de desalojos de vivienda en renta, ya que nuestros problemas se relacionan con la falta de vivienda formal urbanizada para atender el derecho a la vivienda y el gran mercado informal en el cual millones viven bajo condiciones precarias − con una enorme inseguridad legal sobre los espacios que han construido para habitar. Ante estos problemas, se ha mencionado más de una vez que la solución puede ser impulsar la renta de vivienda, pero con los altos precios del suelo crecientes, bajos salarios, la falta de empleo y el escaso crecimiento económico en México se vuelve necesario preguntarse ¿cómo lograrlo sin generar una industria que explote a los más pobres como en EUA? Tal vez la idea radical de un vale universal para la renta pueda ser la forma de avanzar en garantizar el derecho a la vivienda y combatir la pobreza y precarización de la población. Vale la pena analizar con detalle la propuesta de Matthew Desmond.
Desmond, Matthew. (2016). Evicted: Poverty and Profit in the American City. Broadway Books: New York.
Originalmente publicado en La Brújula de Nexos.