Imagen vía: Savana Automobile
«Paul had noticed alredy that in Los Angeles automobiles were a race apart, almost alive. The city was full of their hotels and beauty shops, their restaurantes and nursing homes -inmense, expensive structures where they could be parked or poliched, fed or cured of their injures. They spoke, and had pets- stuffed dogs and monkeys looked out their rear windows, toys and good-look charms hung above theri dashborads, and fur tails waved from their aerials. Their horns sang in varied vocices…few peoplewere visible. Paul imagined a tale which it would be gradually reveled that these automobiles were the real inhabitants of the city, a secret master race whic only kept human beings for its own great convenience , or as pets.»
-Alison Lurie, The Nowhere City
[«Paul
ya había advertido que en Los Ángeles los automóviles eran una raza aparte,
casi viva. La ciudad estaba llena de sus hoteles y salones de belleza, sus
restaurantes y hogares de ancianos, inmensas estructuras costosas donde podrían
ser estacionados o pulidos, comer o curarse de sus lesiones. Ellos hablaron, y
tenía animales de peluche, perros y monos que miraban por las ventanas
traseras, juguetes y amuletos de la buena suerte colgado por encima de sus
cuadros de mando, y las colas de pieles que ondeaban desde sus antenas. Sus bocinas
cantaban con voces variadas… unas pocos personas eran visibles. Paul imaginó una
historia en la cual sería poco a poco revelado
que estos automóviles eran los verdaderos habitantes de la ciudad, una raza de
amos secretos que sólo se mantienen los seres humanos para su gran conveniencia
propia, o como mascotas. «]
ya había advertido que en Los Ángeles los automóviles eran una raza aparte,
casi viva. La ciudad estaba llena de sus hoteles y salones de belleza, sus
restaurantes y hogares de ancianos, inmensas estructuras costosas donde podrían
ser estacionados o pulidos, comer o curarse de sus lesiones. Ellos hablaron, y
tenía animales de peluche, perros y monos que miraban por las ventanas
traseras, juguetes y amuletos de la buena suerte colgado por encima de sus
cuadros de mando, y las colas de pieles que ondeaban desde sus antenas. Sus bocinas
cantaban con voces variadas… unas pocos personas eran visibles. Paul imaginó una
historia en la cual sería poco a poco revelado
que estos automóviles eran los verdaderos habitantes de la ciudad, una raza de
amos secretos que sólo se mantienen los seres humanos para su gran conveniencia
propia, o como mascotas. «]
Qué interesante forma de ver las cosas. Creo que en un punto es la eterna rivalidad hombre vs. máquina. Es decir, quién domina a quién. Somos los humanos dependientes de nuestras propias creaciones o ellas nos sirven en la vida diaria. Creo que igualmente los autos dentro de todo pertenecen al grupo de invenciones más valiosas para la humanidad. Agilizan mucho la vida urbana y sirven para trasladar a aquellos que han perdido capacidades motrices!