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El Zócalo como estacionamiento V.I.P.

Foto vía: SinEmbargo.

Durante
el segundo informe de la presidencia hemos sido testigos de un espectáculo
fuera de Palacio Nacional, uno inaudito, que debería de indignar a cualquier
habitante del país. La transformación del Zócalo, la plaza de la Constitución,
la más emblemática y simbólica del país, el espacio público por excelencia, en
un estacionamiento dedicado sólo a los invitados de la Presidencia de la
república.

Puede ser
entendible un dispositivo de seguridad alrededor de Palacio Nacional, el cerrar
el Centro Histórico con vallas, pero convertir el Zócalo en un estacionamiento
es un exceso en cualquier sentido. Con esto, la presidencia envía tres mensajes
a la población, que habrá que tener presentes.
Primero:
Nosotros, la Presidencia de la república, tenemos privilegios sobre el espacio
público, de hecho podemos hacer uso privado de él, podemos estacionar nuestros
autos y llegar con nuestros guardaespaldas a donde sea, también los de nuestros
invitados, podemos alejar a la población del espacio público para nuestro goce,
sin ninguna justificación clara. En otras palabras, hacer uso privado del
mismo, a privatizarlo. El simbolismo es fuerte. Importan más los eventos,
ceremonias, autos, los pistoleros de la clase política, que la vida cotidiana
de las personas que viven, trabajan o visitan el Centro Histórico.
Segundo:
el Zócalo no es para protestas, cancelamos su función de espacio público para
los encuentros y desencuentros sociales. Funciona bien como zona de espectáculo
o para que nuestros choferes y guaruras platiquen mientras cuidan los autos de
los políticos, pero no para disentir del gobierno en turno, eso nunca. Se hará
uso de los recursos que sean necesarios, incluyendo el uso de la fuerza pública
para garantizarlo.
No es
nuevo esto y que mejor demostración que el desalojo del plantón de los maestros
en el Zócalo que se oponían a la reforma educativa del presidente. Un juego al
que se ha sumado Mancera, con las N mil exposiciones y eventos que se han dado
continuamente en el Zócalo, con el fin claro de desactivar las protestas en la
Plaza de la Constitución: sirve para espectáculos públicos, para que aplaudan
al gobierno, para su goce, no para protestar.
Tercero:
la población, menos los que participan en las manifestaciones, tiene el derecho
de acercarse al presidente en cualquier evento. El asunto es gobernar, pero de
lejitos, en un espacio controlado, donde todos vayan juntos y donde se hagan
pactos sin consentimiento de la población. No sea que no celebren, que
recriminen la política pública, las reformas.
Sin duda
es una reacción a la manifestación espontánea que EPN padeció en su campaña a
la presidencia en la Universidad Iberoamericana, una que quebró su impoluta
imagen.
En suma:
El espacio público no es tan público. Los derechos ciudadanos no lo son tanto.
Gobernaremos alejados de ustedes. No disientan, porque estamos moviendo a
México, a sus habitantes de sus espacios, de sus derechos democráticos.

Post publicado originalmente en el blog La Brujula de Nexos

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