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DF: el control del espacio público y la domesticación de la guerrilla urbana

Desde que Miguel
Ángel Mancera asumió la jefatura del Gobierno del Distrito Federal (GDF)
comenzó un conflicto directo por el uso de ciertos espacios públicos en la
ciudad. Una estrategia de esta administración –no adoptada por los otros
gobiernos de izquierda de la capital– ha sido la del uso de la fuerza pública
de manera abierta y recurrente para confrontar manifestaciones locales o no
locales (como en el conflicto magisterial de 2013 o en las manifestaciones de
Ayotzinapa). Los resultados de estas disputas han sido detenciones arbitrarias
y agresiones a la prensa y a defensores de derechos humanos,[i]
situaciones que han suspendido derechos democráticos como la libertad de
protesta y de prensa. Al mismo tiempo, y paradójicamente, el mismo GDF ha
emprendido un discurso conciliador respecto al uso del espacio público. Ejemplo
de ello es el uso del lema “Decidiendo Juntos” y las políticas sociales
dirigidas a reducir desigualdades a nivel urbano, con sus lemas “Primero el Peatón,
“Calles para Todos” y “Parques de bolsillo”, así como iniciativas de promoción
a la participación ciudadana, como el presupuesto participativo o el
#CDMXTeRequiere.
A primera vista
parecerían acciones contradictorias; sin embargo, se trata de dos caras de la
misma moneda; es decir: ambas son políticas destinadas a controlar el espacio
público del Distrito Federal, o, por lo menos, el espacio político (o el uso
político del espacio), cosa que es usualmente más relevante para el GDF.
El espacio público, espacio de conflicto
El espacio
público de las ciudades es el lugar donde las personas se interrelacionan y donde
confluye una gran cantidad de intereses (públicos y privados). Por ello, es
natural que en él se den conflictos: no todos los actores tienen los mismos
intereses, y no siempre las relaciones de convivencia se dan en los mejores
términos. En el espacio público, el papel del gobierno es establecer las reglas
mínimas, así como vigilar su cumplimiento, so pena de castigo, para que los
conflictos no escalen a niveles de violencia abierta.
En teoría, la
acción gubernamental, en una democracia, no debería causar mayor malestar
social puesto que lograría representar a la mayoría y haría entender al resto la
naturaleza del juego en el que participa. No obstante, la realidad es diferente,
y más en un entorno tan complejo como el del Distrito Federal. Por un lado, en
el mismo DF es donde se asientan los poderes de la federación, lo cual propicia
que decisiones de otros niveles de gobierno, que generan malestar social en su
área geográfica, deriven en protestas que se expresan en el espacio público del
DF, independientemente de las responsabilidades del gobierno local o del sentir
de sus habitantes. Las cientos de manifestaciones anuales provenientes de otros
estados de la república, dirigidas a instituciones federales, así lo atestiguan.
Por otra parte,
la ciudad es tan grande y compleja que es prácticamente imposible, bajo el
sistema institucional actual (carente de participación democrática,
transparencia y estrategias de comunicación social), que el gobierno medie y
resuelva todos los conflictos propiciados por intereses locales o estatales.
Esto termina llevando, de una u otra forma, a un déficit democrático, que se
traduce en acciones arbitrarias y conflictivas del gobierno del DF en el
espacio público.
Si a esto
agregamos los altos niveles de corrupción en la gestión del espacio público, que
frecuentemente permiten la apropiación del mismo por ciertos grupos económicos
en detrimento del resto de la población, este sistema puede generar mayor malestar
social y volver muchas situaciones incontrolables.
Por lo anterior,
el espacio público del DF es altamente conflictivo, no solo por su naturaleza,
también por las características institucionales y sus políticas locales.
El urbanismo táctico y el estratégico en
el espacio público
El déficit
democrático y la gran cantidad de conflictos urbanos no son exclusivos del Distrito
Federal: es una situación que se espera en prácticamente cualquier ciudad del
mundo, ante la falta de una verdadera democracia
urbana.
[ii] Ante
este escenario de conflicto, no extraña que se tomen conceptos propios de los
conflictos armados para explicar las acciones desarrolladas en el espacio
público, de apropiación y resolución de los conflictos con intervenciones
urbanísticas (infraestructura, arquitectura, etcétera). Dichas intervenciones
pueden ser parte de estrategias o de tácticas urbanas con objetivos variables.
La “estrategia
urbana” puede definirse como un ejercicio del poder en un lugar específico,
especialmente pensado como poder público y como un plan determinado. Es decir,
una acción de poder enfocada a conseguir el control del espacio público, y así establecer
una nueva forma de uso.
Por su parte, la
“táctica urbana” es una acción que se puede definir como una acción inmediata
en el terreno del otro; una que actúa de forma oportunista y confrontadora para
generar cambios. Generalmente son realizadas desde fuera del “poder
establecido”, con el fin de apropiarse del espacio público. Así se ha entendido
recientemente el “urbanismo de guerrilla”.
El “urbanismo de
guerrilla”, cada vez más popular entre movimientos confrontados con el poder
del gobierno, ejerce tácticas insurgentes y más agresivas, intervenciones por
sorpresa, como en emboscada, que responden a una confrontación asimétrica, que
rompen y desafían las reglas gubernamentales en el espacio público, con el fin
último de convertirlo en un espacio de lucha política y reivindicar ciertas
demandas ciudadanas no atendidas.
Del urbanismo táctico de base al urbanismo
táctico gubernamental
El espacio
público[iii] del
Distrito Federal ha sido, de la Revolución al presente, un lugar donde se
realizan intervenciones con motivos distintos, religiosos, políticos o hasta con
fines de lucro privado. Pero la acción más común de todas siguen siendo las
marchas y los plantones (aún antes de que los movimientos #Occupy apareciesen y
se popularizaran a nivel global).
Sin embargo, las
acciones de urbanismo táctico, con su reivindicación política explícita, son un
fenómeno reciente, incluso a nivel global. Los primeros ejemplos publicitados
en el DF fueron las “masas críticas” de ciclistas que ocupaban las calles
(espacio público) para demandar áreas para el uso cotidiano de la bicicleta,
ante la apatía de los políticos del GDF para protegerlos. Otra acción reciente fue
la #wikibanqueta, una intervención para delimitar con pintura una “banqueta”
que no existía en el Puente de los Poetas[iv],
y que fue no solo una reivindicación del peatón sino también una crítica a la
construcción de una autopista urbana (la Supervía Poniente) sobre áreas naturales
y barrios de bajos ingresos –una acción que actuaba en el terreno del
adversario (Santa Fe) y no necesariamente en los barrios afectados.
A
la izquierda, #Wikibanqueta en el Puente de los Poetas; a la derecha,
#Wikicebra en la Zona Rosa. Fotos del autor.
Estas tácticas
de “guerrilla urbana” obligaron al poder público a priorizar un poco más las
políticas a favor de los ciclistas y también a generar un espacio peatonal en
una autopista urbana (aunque no a detener su construcción, como hubieran
deseado algunos de los activistas).
No obstante lo
anterior, debe quedar claro que el urbanismo táctico no es exclusivo de los movimientos
sociales. Los gobiernos necesitan de legitimidad social para existir. Recurrir
al urbanismo de guerrilla es una forma de lograr visibilidad frente a la
sociedad. La siguiente cita de Michel de Certau esclarece la lógica con la que
instituciones dominantes, como el GDF, utilizan estrategias guerrilleras:
Cuanto
más débiles son las fuerzas a disposición del poder, más propicio será este a
utilizar el engaño. Cuanto más débiles sean a las fuerzas estratégicas, más se
transformará la estrategia en táctica. Por ello se dan situaciones híbridas en
las que el poder absorbe y se aprovechan de las propuestas tácticas, adoptando
el papel de actor principal e integrando las reivindicaciones colectivas en
actividades que tienen su origen y financian en la propia administración.[v]
Mozas lo define
muy bien: “el poder emplea estrategias de control sobre el espacio público, de
la misma manera que los movimientos de base desarrollan tácticas para desgastar
el poder y apropiarse a su vez del espacio.”[vi]
En este sentido,
el GDF –ante su cuestionada legitimidad por la realización de ciertas obras
públicas, por la apropiación del espacio público por grupos privados, por su déficit
democrático, por su debilidad para establecer estrategias en el espacio público
y por el uso desmedido de la fuerza pública– también ha recurrido al urbanismo
táctico. Esto como una forma de engaño para reducir el conflicto alrededor del
espacio público y ganar legitimidad social que le permita desplegar otro tipo de
políticas poco populares o abiertamente antidemocráticas.
Ejemplo de ello
son iniciativas desde la burocracia del GDF como el programa Tu Ciudad Te
Re-Quiere (#CDMXTeRequiere), en la que los funcionarios públicos de distintas
dependencias y sus titulares salen a la calle a remozar el espacio público; de
paso invitan a los vecinos a cooperar, como forma de participación ciudadana.[vii] A
nivel más local también se han lanzado campañas como el “Rey Peatón” (pasos
peatonales decorados con peatones simbolizando ser reyes[viii]).
Ambos son actos parecidos a tácticas como las de la #Wikibanqueta o #Wikicebra[ix] en
el DF y otras tantas ciudades del mundo.















El
delegado de la delegación Miguel Hidalgo (2012-2015) Víctor Romo pintando un
#ReyPeatón en un paso de cebras. Foto vía: Delegación
Miguel Hidalgo
.
Otros ejemplos
son la organización de caminatas para apoyar eventos políticos (como #CaminaMasaryk
para la inauguración de una obra cuestionable)[x] e
incluso de conferencias de urbanismo táctico, en las cuales se invitan a los
diferentes detractores que han llevado a cabo intervenciones contra el
gobierno, como una forma de debilitar su discurso y/o apropiarse del mismo.[xi] Se
puede decir lo mismo de actividades como el grafiti: el gobierno ha contratado
a “artistas callejeros” para dar un aura de juventud y rebeldía a instalaciones
gubernamentales. El ejemplo por excelencia sería el street art que adorna el Instituto de la Juventud del Distrito
Federal.


















Grafiti
sobre en Instituto de la Juventud del DF realizado por Curiot. Foto vía: La
Miscelánea
.
Del discurso del espacio público a la
acción real del GDF
El objetivo
principal del GDF, al emplear estrategias propias de la “guerrilla urbana”, ha
sido el de legitimarse con un discurso que se dice en favor del peatón, del
ciclista y de la participación ciudadana. Lo cual, acompañado de algunas
políticas parciales, como la expansión de ecobici o del metrobús, le ha
permitido dotarse de un aura de sustentabilidad, de inclusión, de algo que
gusta llamarse “progresista”, aunque la ciudad esté lejos de tener estas
prácticas como su prioridad.












Miguel
Ángel Mancera pintando una cebra peatonal en el marco del día del peatón de
2013 y como parte de las jornadas de #CDMXTeReQuiere. Foto: Chilango.
El que Miguel
Ángel Mancera pinte una cebra peatonal para disfrazarse de ciudadano y resaltar
que se preocupa por el bienestar de los peatones es absurdo. Uno podría considerar:
“Mira, un gobernante (Mancera) pintando un paso peatonal, para mejorar la ciudad.
Al fin hace su trabajo.” Pero esta escena enmascara las faltas del gobierno
cuando se trata de dar mantenimiento a la señalización vial para el peatón. Eso
es perverso. Si todos los pasos peatonales estuvieran bien, ¿por qué habría de
realizar esta acción y hacerla mediática? Y con un mínimo de recato y seriedad,
ante la dimensión de esta falta tan básica, el gobierno simplemente estaría
trabajando en solucionar el problema sin propaganda tan prominente. Que el jefe
de bobierno, o cualquier otro funcionario público, pinte un paso peatonal para
anunciar acciones de gobierno debe verse como tal: es un teatro mediático en el
que se “anuncia”mejorar la situación para que todo quede igual o incluso
empeore.
Es así que una
acción de guerrilla urbana para denunciar la falta del gobierno, como la
#Wikicebra, es apropiada por el gobierno para emprender acciones que van en
sentido contrario, como lo demuestran los proyectos de construcción de al menos
tres autopistas urbanas más que privilegian al auto sobre la bicicleta o el
peatón (la Supervía Sur, el viaducto elevado a Santa Fe y un segundo piso en Insurgentes
Norte). Otra muestra es la conversión del Circuito Interior en una vía rápida (mediante
puentes y un paso a desnivel en Mixcoac). Todas estas obras reciben menos
atención mediática, y cuando el GDF requiere defenderlas, se ha visto
abiertamente en la necesidad de mentir, mencionando que son sustentables, que
son incluyentes, que son amables con el peatón, que se ha consultado a la
población. Claramente no es así.
De la protesta social al #OccupyZocalo
Si bien las
marchas y los plantones no son novedad en el Distrito Federal, los
acontecimientos a partir de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto (el 1 de
diciembre de 2012) y de la reforma educativa (2013) cambiaron la dinámica en la
ciudad –la cual volvería a cambiar, tiempo después, con los trágicos hechos de
Ayotzinapa.
Por una parte, la
ciudad vivía diversas protestas en contra de Peña Nieto, encabezadas principalmente
por estudiantes aglutinados en el movimiento #YoSoy132. Por otra parte, el CNTE,
debido a su oposición a la reforma educativa, realizó una serie de marchas y
bloqueos de la vía pública. En un lenguaje más de guerrilla urbana podríamos
catalogarlos como “masas críticas peatonales” o “happenings”. Además, los maestros también se vieron involucrados en
un plantón en el Zócalo que duró cinco meses. En términos popularizados por las
redes sociales en cuanto a guerrilla urbana, bien pudo habérsele llamado al
plantón #OcuppyZocalo.[xii] Este
plantón, sin embargo, generó numerosos reproches entre los automovilistas y una
confrontación directa con el gobierno federal y el del DF.   
Ante estos
conflictos, la estrategia del GDF fue: aplicación de la ley y afirmación de su
poder punitivo. Incrementó 54% el número de policías para controlar las
movilizaciones sociales[xiii]
y utilizó esta fuerza pública para impedir que las protestas llegaran al Zócalo
y así pudieran retomarlo. Dicha estrategia se acompañó con abusos de poder (arrestos,
detenciones injustificadas y uso excesivo de la fuerza pública) que redujo la
popularidad y legitimidad del PRD entre algunos grupos de base (cosa que
parcialmente explica la reciente derrota electoral de este partido en la
ciudad, así como parte del declive de la popularidad de Mancera y la
recomposición de su gabinete).
En el Zócalo Mancera
recurrió a una táctica similar de ocupación del espacio público con la activa
organización de eventos y actividades “festivas”, incluyendo una exhibición
militar (“Fuerzas Armadas: Pasión por Servir a México”), un despliegue de poder
sin duda alguna. Esto con el fin de evitar el retorno de cualquier
manifestación. Hoy tenemos en ese espacio un plantón gubernamental cuasi
permanente, una suerte de #OccupyZocalo que se acompaña ahora con un aviso de
que será “remodelado”[xiv].
El objetivo probable: que la fuerza de la obra pública evite el retorno de
manifestantes por un periodo indeterminado.
Es importante
subraya que, tiempo después, la tragedia de Iguala desató una enorme masa de
protestas en todo el país y en especial en el Distrito Federal. El tamaño de la
indignación social fue tal que el GDF no intervino con grandes despliegues de
fuerza pública en las marchas, como lo había hecho con anterioridad, lo que parecía
un alto a la criminalización de la protesta. No obstante, no por ello dejó de
haber detenciones arbitrarias,[xv] como
tampoco ha dejado de haber eventos en la plancha del Zócalo para evitar su
ocupación: la pista de hielo, la filmación de la película de James Bond, la “Feria
de las Culturas Amigas”, la Aldea Digital de Telmex o el próximo concierto masivo
de la Semana de las Juventudes, por ejemplo. Esto significa un cambio en la
escala y el tipo de  estrategia:
disminuye el uso de la fuerza pública, pero no se renuncia a su uso. La táctica
de ocupación estatal del espacio público, por su lado, se fortalece, esto con el
fin de limitar los espacios de la protesta.  
Conclusiones
Hay que ser
claros: no se trata de subrayar que existen políticas públicas contradictorias
en la ciudad, o que el GDF tiene un comportamiento esquizofrénico, una especie
de Dr. Jeykll y Mr. Hyde[xvi].
El objetivo es señalar que ambas políticas empleadas por el GDF son
complementarias puesto que permiten desmovilizar y neutralizar la protesta al
concentrar la atención en las pequeñas intervenciones, al apoderarse de los
instrumentos de protesta. Esto lleva a muchos a creerse el cuento de que los
pequeños cambios eventualmente cambiarán todo y a celebrar las pequeñas
acciones “buenas” del GDF. Sin embargo, el escepticismo y la protesta deben
seguir.
Se debe sostener
una actitud crítica frente a la “festivalización” del Zócalo. Si bien no todo
es negativo en la organización de estos eventos, ¿no son acaso más necesarios
en otras partes de la ciudad? Por otra parte, ofrecen al gobierno una inmediata
ganancia doble: se gana popularidad proveyendo entretenimiento y se evitan
críticas frente a los efectos de la protesta social. Sin embargo, hay que ser conscientes
de que el resultado urbano del gobierno de Mancera sigue siendo deficiente, y
estas estrategias no deben ocultarlo.
Es necesario
recuperar el carácter contestatario de las acciones de guerrilla urbana para
transformar la ciudad, pues en manos del Gobierno del Distrito Federal solo han
servido para consolidar políticas con bajo beneficio social.
Se debe
recuperar lo que el poder ya domesticó.

Originalmente publicado en Horizontal.Mx

[i]
Article 19 ha documentado diversas agresiones de policías a reporteros y defensores
de los derechos humanos en diversas protestas, como las realizadas el 2 de octubre de 2013 y
el 20
de noviembre de 2014
.
[ii] Para
mayores referencias sobre democracia
urbana
, véase “Nueve
desafíos de la democracia urbana
”, de Catalina Villarraga Pico.
[iii]
Cabe señalar que el espacio urbano, incluyendo el espacio público, es uno construido
socialmente y siempre estará modificándose; no es algo dado. Para mayores
referencias a esto véase “La producción del espacio”, de Henri Lefebvre
(Capitán Swing 2013).
[iv]
Medina Ramírez, Salvador. (2011). Tecnologías de la información, espacio público
y exclusión. El caso de Santa Fe y el espacio para el peatón. La Ciudad Viva.
Disponible en: http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=9583
[v]
Michel de Certau. (1999). “La intervención de lo cotidiano”. México:
Universidad Iberoamericana.
[vi]
Mozas, Javier. (2011:11). “El espacio público como campo de batalla”, en
Strategy and Tactics in Public Space. España: A+T.
[vii]
Programa establecido en la Gaceta Oficial del Distrito Federal  1621.
[ix]
La #Wikicebra consiste en pintar una cebra peatonal por parte de los
ciudadanos, convocados vía redes sociales, con el fin de visibilizar la falta
de infraestructura para ellos. Un video de esta acción, se puede consultar en: https://www.youtube.com/watch?v=JdFeBoE0YRk
[x]
Reynoso, Francisco. (2015). La miopía de Masaryk. México: Nexos. Disponible en:
http://labrujula.nexos.com.mx/?p=359
[xi]
Por ejemplo, el “Colectivo Haz Ciudad”, antes detractor del GDF y de Fernando
Aboitiz, impulsor de la Supervía poniente y actual titular de la Agencia de
Gestión Urbana, siendo parte del evento #CiudadPeaton de la dependencia del GDF
LabDf. Este evento consistió en una caminata hasta el lugar del evento y
en  conferencias diversas por activistas,
ONGs, expertos del tema y gobierno. Realizada
el 2 de febrero de 2014
.
[xii]
El #OcuppyMovement fue un movimiento a nivel global nacido a raíz de la crisis
económica de 2011, que consistió en ocupar el espacio público de lugares
simbólicos alrededor de instituciones financieras causantes de la crisis
económica. Una táctica de guerrilla urbana, tanto por lo asimétrico del
enfrentamiento como por realizarse en el terreno del “enemigo”.
[xiii]
Sánchez, Mayela. (2015). En un año, Mancera sumó 54% más policías (94,837) para
“controlar” movilizaciones. México: SinEmbargo. Disponible en: http://www.sinembargo.mx/23-07-2015/1423969
[xiv]
Miguel Ángel Mancera anunció el 27 de enero de 2014 la
remodelación de la plancha del Zócalo
, aunque no se ha realizado.
[xv]
En las marchas del 820
de noviembre
y 1
de diciembre
se registraron detenciones arbitrarias de manifestantes y
otras personas que se localizaban en la zona. Véase para mayor información de
ésta problemática y otros hechos: Frente por la libertad de expresión y la
protesta social. (2015). Control del espacio público: Informe sobre retrocesos
en las libertades de expresión y reunión en el actual gobierno. Disponible en: http://www.derechoshumanos.org.mx/spip.php?article226
[xvi]
Reynoso, Francisco. (2015). El extraño caso del Dr. Mancera y Mr. Hyde. México:
Nexos. Disponible en: http://labrujula.nexos.com.mx/?p=466

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